Carlos Alsina

 

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“¡Argentina, che bel Paese!”. Con estas palabras me saludó Darío Fo cuando nos conocimos, aunque luego me confesó que jamás había sentido tanto miedo que lo mataran como cuando actuó en Bs.As y un grupo de fundamentalistas religiosos interrumpió violentamente su célebre “Misterio Buffo”.

Fo es un tipo extraordinario: un gran contador de historias (aprendió el oficio de los pescadores de su pueblo natal, en el Lago Maggiore, al norte de Italia), un estudioso de la historia y de la cultura universal y una persona con una gran sensibilidad social. Es pintor, arquitecto, autor, escritor de teatro y, sobre todo, un gran actor; un histrión irónico y mordaz que hace de la irreverencia una forma de revelación. De joven se pagaba los estudios en Milán contando cuentos en los trenes a cambio de monedas.

Tuve la suerte de trabajar con él, antes que lo galardonaran con el Nobel, en una obra suya llamada “¡Silencio!¡Nos estamos cayendo!”. Entonces estalló la primera guerra del Golfo (1990) y Darío cambiaba el texto todos los días para ir acomodando el teatro a la cambiante situación. ¡Qué gran lección para quienes cuestionan la relación entre la realidad inmediata y el teatro! Fo logró exhumar las raíces populares de la cultura italiana y las actualizó con talento y creatividad. Y siempre tuvo un gran compromiso con la realidad social. Su teatro es marcadamente político (todo teatro, por acción u omisión, lo es) y no hay huelga, marcha o reivindicación social en que no participe. Me apabulló a preguntas sobre las Madres de Plaza de Mayo y en su archivo personal encontré poesías de nuestras madres en cuadernillos artesanalmente publicados. Fo es, además, muy generoso y muy simpático. Y le encantan las mujeres aunque se desesperó cuando su bella compañera de toda la vida, Franca Rame, en un programa televisivo, comunicó a la audiencia sin habérselo dicho antes, que se separaba de él. Fue muy cómico verlo buscar apresurado el número del canal para hablar con ella y luego, cuando se amigaron, nos reímos a carcajadas de la situación.

Fo es un gran semejante. Un hombre que se expresa a través del arte con una alta sensibilidad y un ejemplo para quienes creemos que el teatro es el lugar en donde la mentira tiene el telón cerrado.

Carlos Alsina.

 

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